viernes, 13 de enero de 2012

CT Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega

El autor del soneto que nos ocupa es Garcilaso de la Vega, poeta del siglo XVI, principal representante de la poesía española del Primer Renacimiento, hombre cortesano (de armas y de letras) que combatió en las tropas del monarca Carlos I de España y V de Alemania. Su amigo Juan Boscán fue quien introdujo en la poesía española el verso endecasílabo, el soneto y la lira, entre otros temas y formas de la lírica italiana. La obra de Garcilaso fue breve: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y treinta y ocho sonetos. En ella, siempre está presente la temática del amor petrarquista, en una versión ideal del neoplatonismo, a raíz de su enamoramiento de la dama Isabel Freire, fallecida en el transcurso de un parto.

El poema trata una temática rescatada de la cultura clásica; son los tópicos del Carpe Diem y el Collige Virgo Rosas, que expresan la idea de aprovechar el momento y gozar del amor antes de que el tiempo robe nuestros mejores años. Por tanto, los temas del poema son la belleza (temática renacentista), el goce de la juventud y el aprovechamiento del momento.

Las dos primeras estrofas hablan de una mujer. Una mujer de la cual Garcilaso resalta todas las características y facetas que hacen de ella una mujer bella, atractiva y pasional. Garcilaso describe la mujer en cuestión como la mujer ideal renacentista: ojos claros, pelo rubio y piel clara. En el primer terceto, Garcilaso invita a esta mujer a disfrutar de su belleza, desarrollando el concepto del Carpe Diem y del Collige Virgo Rosas. En el segundo terceto, Garcilaso recuerda que el tiempo se llevará esa juventud, como parte irrebatible de la vida.

El poema que estudiamos es un soneto: composición formada por cuatro estrofas (dos cuartetos y dos tercetos) de versos endecasílabos y rima consonante, siguiendo el siguiente esquema: ABBA ABBA CDE DCE. Observamos que los últimos versos del soneto son versos que se disponen de forma encadenada.

Por lo que hace referencia al contenido del soneto, se puede dividir en tres partes: la primera de ellas abarca los cuartetos, en que se describe a una mujer joven y hermosa conforme a los cánones de la belleza renacentista, que está en la flor de su juventud; la segunda parte, comprendida por el primer terceto, expresa la exhortación a disfrutar de la juventud y a aprovechar cada momento, mientras que la tercera parte, en el último terceto, remarca las consecuencias negativas que conlleva el paso del tiempo, que se lo lleva todo.

Garcilaso de la Vega emplea gran número de recursos estilísticos, entre los cuales destacamos el uso de la metáfora, por ejemplo en el cabello, que en la vena del oro se escogió refiriéndose a un cabello rubio o en hermosa cumbre para referirse a la cabeza. En estos últimos ejemplos se usa la metáfora para describir a la mujer, pero también usa Garcilaso metáforas que guardan relación con el tema: dulce fruto hablando del goce o dulce primavera refiriéndose a la juventud. Así pues, la metáfora, una de las figuras literarias más sugerentes, está muy presente en este poema. La adjetivación es otro de los elementos propios de la lengua que usa Garcilaso, sobre todo en lo que hace referencia a la descripción de la dama (mirar ardiente, honesto; hermoso cuello blanco, enhiesto; vuelo presto…). En el último terceto encontramos un hipérbaton (marchitará la rosa el tiempo helado, todo lo mudará la edad ligera), suave y sutil como es propio del Renacimiento. Por último, cabe destacar la evidente anáfora que utiliza Garcilaso, que es ese en tanto que, que es utilizado por el autor para insistir en la idea del paso del tiempo.

Ante el avanzar de la vida, el autor adopta una actitud vitalista característica del Renacimiento, animando al disfrute de la juventud antes de que desaparezca la belleza. Este soneto constituye uno de los máximos exponentes literarios del Renacimiento y resalta por la clara encarnación del tópico rescatado del mundo clásico “Carpe Diem”.

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