viernes, 13 de enero de 2012

CT Mientras por competir con tu cabello de Góngora

El autor del poema que nos ocupa es Luis de Góngora, hijo de una familia noble cordobesa que tuvo fama de seco y orgulloso, pero que destacó por su inteligencia y su profunda sensibilidad. Es uno de los principales representantes del siglo XVII, llamado Siglo de Oro de la literatura española, y en especial del movimiento culteranista, y por ello sus versos se caracterizan por una gran oscuridad estética. En cuanto al tema de sus obras se observa siempre la visión pesimista del mundo en general. Esta obra se sitúa en el bloque de las poesías metafísicas, por el hecho de mencionar la amenaza continua que supone el paso del tiempo y la muerte.

Este poema hace referencia a los tópicos renacentistas del Carpe diem, Collige virgo rosas y Tempus fugit. El soneto gira en torno al paso del tiempo, e invita al goce de la juventud antes de que la muerte llegue y acabe con todo. Góngora invita a este goce, a diferencia de poetas renacentistas como Garcilaso, de una forma pesimista, lamentando lo injusta que es la vida y la falta de piedad de la muerte.

En cuanto a su forma métrica, el soneto consta de catorce versos endecasílabos de rima consonante, conformados en dos cuartetos y dos tercetos en el siguiente orden: ABBA ABBA CDC DCD. Los versos de los tercetos se conocen como versos encadenados. Para el logro de la medida, pocas veces recurre a la sinalefa. Por tanto, esta composición se trata de un soneto, estructura métrica procedente de Italia e incorporada definitivamente a la métrica española por Garcilaso de la Vega.

Por lo que hace referencia al contenido del soneto, su estructura significativa se puede dividir principalmente en dos partes: la primera, comprendida en los dos cuartetos, presenta la exaltación de la belleza de la mujer, y la segunda, comprendida en los dos tercetos, contiene una exhortación al goce de la juventud mientras esta dure.

Se abre el poema con la descripción enfática que Góngora hace de la mujer, exaltando su belleza propia de la juventud y haciendo paralelismos entre las partes de su cuerpo y diferentes elementos de la naturaleza. Se trata de una competencia en la cual la naturaleza no puede ganar: el “oro bruñido” no puede rivalizar con su cabello, “el lilio bello” no puede rivalizar con su blancura… Podemos entrever una evocación del tópico literario de la Decriptio Puellae o idealización de la belleza femenina ya que se nos habla de que el pelo de la muchacha es muy rubio (oro bruñido al sol relumbra en vano) o de la blancura de la piel (mira tu blanca frente el lilio bello), lo que configura uno de los tópicos del Renacimiento que es el del ideal de belleza femenina (ojos claros, piel blanca y cabello rubio).

En los tercetos que siguen el poema aparece subrayado el verbo gozar por la anáfora en los cuartetos (“mientras”). En el primer terceto, Góngora recapitula en una enumeración los elementos naturales y las partes del cuerpo de la mujer nombradas en los cuartetos. En esta recopilación, el poeta incluye la cualidad por medio de metáforas, asimilando directamente la parte del cuerpo con el elemento de la naturaleza. En el último terceto, Góngora evoca el deterioro de todas esas cosas, que culminará con la muerte. Los versos 12 y 13 aparecen desordenados en un brusco hipérbaton. Góngora pretende hacernos entender que un día desaparecerán no sólo la belleza y la juventud, sino que con ellas desaparecerá también la vida, y que todo eso se convertirá, como Góngora expresa mediante la enumeración decreciente que culmina el soneto “en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”.

El fondo y la forma de este soneto responden a lo más peculiar del estilo del autor en relación con el movimiento literario al que pertenece, el culteranismo. Se trata de un soneto que permite valorar como inconmensurable el talento poético de Góngora. La maestría que exhibe ya en su juventud consigue animar lo que en otras manos sería un ejercicio de estilo sin trascendencia de un tropo clásico en la literatura muy del gusto de los poetas barrocos, como es la fugacidad de la vida.

CT Soneto XIII de Garcilaso de la Vega

El autor del poema que nos ocupa es Garcilaso de la Vega, prototipo de hombre cortesano (de armas y de letras), que combatió en las tropas del monarca Carlos I. Es el principal representante de la poesía española del Primer Renacimiento y el de carácter más europeísta. Su amigo Juan Boscán fue quien introdujo en la poesía española el verso endecasílabo, el soneto y la lira, entre otros temas y formas de la lírica italiana, que Garcilaso utilizó posteriormente. La obra de Garcilaso fue breve: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y treinta y ocho sonetos. En ella, siempre está presente la temática del amor petrarquista (influido por el neoplatonismo) a raíz de su enamoramiento de la dama Isabel Freire, fallecida en el transcurso de un parto.

Las claves temáticas e ideológicas del poema muestran el amor como causante de un mal: en el caso de este soneto, la transformación de Dafne en laurel y la frustración por el amor inalcanzable. Garcilaso utiliza la mitología para describir este sentimiento de dolor por la pérdida de un ser querido, que compara con el lamento del dios Apolo al perder a Dafne.

Este poema hace referencia a unos tópicos del petrarquismo que son el amor no correspondido y el ideal de lo inalcanzable, usando como ejemplo un mito, en este caso la historia de Dafne y Apolo: justo antes de que Apolo pueda alcanzar a Dafne, ésta, que no está enamorada de él, pide ayuda a su padre, el dios río Peneo, y él la transforma en laurel. Garcilaso explica las consecuencias de este cambio y cómo Apolo llora por esta causa.

En cuanto a su forma métrica, el soneto consta de catorce versos endecasílabos de rima consonante, conformados en dos cuartetos y dos tercetos en el siguiente orden: ABBA ABBA CDE CDE. Para el logro de la medida, pocas veces recurre a la sinalefa. Por tanto, esta composición se trata de un soneto, estructura métrica procedente de Italia e incorporada definitivamente a la métrica española por Garcilaso.

Por lo que hace referencia al contenido del soneto, su estructura significativa se puede dividir principalmente en tres partes: la primera, que comprende los dos cuartetos, nos describe minuciosamente la transformación de Dafne en laurel; la segunda, que comprende el primer terceto, habla del amor, de la causa del estado de Dafne y del tema principal: la tristeza por el “no” de la amada, mientras que la tercera, que comprende el último terceto, es en la que predomina el sentido emotivo del dolor por la pérdida de la amada.

Se abre el poema con la descripción de la metamorfosis de Dafne a lo largo de los dos primeros cuartetos, en la que cabe destacar el uso de gran cantidad de epítetos (verdes hojas, áspera corteza, torcidas raíces…) para remarcar aún más esta transformación de la dríade. También cabe remarcar que se aprecia un suave hipérbaton en estos dos primeros cuartetos. Podemos entrever una evocación del tópico literario de la Decriptio Puellae o idealización de la belleza femenina, ya que, mediante metáforas y a la vez hipérboles, se nos habla de que el pelo de la muchacha es muy rubio (los cabellos que al oro oscurecían) o de la blancura de la piel de Dafne (los pies blancos), lo que configura uno de los tópicos del Renacimiento que es el del ideal de belleza femenina (ojos claros, piel blanca, cabello rubio…).

El primer terceto habla del amor y de la tristeza por la pérdida de Dafne, que en el verso once se manifiesta mediante una hipérbole (el árbol que con lágrimas regaba), que trata de agrandar el sentimiento de tristeza de Apolo por el no correspondido amor. Este sentimiento se puede trasladar a la persona del poeta y en el segundo terceto adquiere la mayor profundidad, expresada por medio del tono exclamativo empleado. El segundo terceto muestra el dolor intenso del poeta, que queda claramente expresado en el primero de los versos. Aparece asimismo a lo largo de todo el soneto un gran número de palabras pertenecientes a la misma familia léxica (hojas, ramas, raíces; llorar, llorarla, lloraba…).

Este poema se encuadra dentro de la tercera etapa de la corta e intensa obra de Garcilaso: la plenitud. Tras la muerte de Isabel Freire, Garcilaso compuso algunas de las creaciones más bellas de su obra. Garcilaso es de gran importancia para el periodo renacentista, pero también se convierte en uno de los mayores exponentes de la literatura española, ya que crea una lengua poética caracterizada por su armonía, naturalidad y equilibrio.

CT Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega

El autor del soneto que nos ocupa es Garcilaso de la Vega, poeta del siglo XVI, principal representante de la poesía española del Primer Renacimiento, hombre cortesano (de armas y de letras) que combatió en las tropas del monarca Carlos I de España y V de Alemania. Su amigo Juan Boscán fue quien introdujo en la poesía española el verso endecasílabo, el soneto y la lira, entre otros temas y formas de la lírica italiana. La obra de Garcilaso fue breve: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y treinta y ocho sonetos. En ella, siempre está presente la temática del amor petrarquista, en una versión ideal del neoplatonismo, a raíz de su enamoramiento de la dama Isabel Freire, fallecida en el transcurso de un parto.

El poema trata una temática rescatada de la cultura clásica; son los tópicos del Carpe Diem y el Collige Virgo Rosas, que expresan la idea de aprovechar el momento y gozar del amor antes de que el tiempo robe nuestros mejores años. Por tanto, los temas del poema son la belleza (temática renacentista), el goce de la juventud y el aprovechamiento del momento.

Las dos primeras estrofas hablan de una mujer. Una mujer de la cual Garcilaso resalta todas las características y facetas que hacen de ella una mujer bella, atractiva y pasional. Garcilaso describe la mujer en cuestión como la mujer ideal renacentista: ojos claros, pelo rubio y piel clara. En el primer terceto, Garcilaso invita a esta mujer a disfrutar de su belleza, desarrollando el concepto del Carpe Diem y del Collige Virgo Rosas. En el segundo terceto, Garcilaso recuerda que el tiempo se llevará esa juventud, como parte irrebatible de la vida.

El poema que estudiamos es un soneto: composición formada por cuatro estrofas (dos cuartetos y dos tercetos) de versos endecasílabos y rima consonante, siguiendo el siguiente esquema: ABBA ABBA CDE DCE. Observamos que los últimos versos del soneto son versos que se disponen de forma encadenada.

Por lo que hace referencia al contenido del soneto, se puede dividir en tres partes: la primera de ellas abarca los cuartetos, en que se describe a una mujer joven y hermosa conforme a los cánones de la belleza renacentista, que está en la flor de su juventud; la segunda parte, comprendida por el primer terceto, expresa la exhortación a disfrutar de la juventud y a aprovechar cada momento, mientras que la tercera parte, en el último terceto, remarca las consecuencias negativas que conlleva el paso del tiempo, que se lo lleva todo.

Garcilaso de la Vega emplea gran número de recursos estilísticos, entre los cuales destacamos el uso de la metáfora, por ejemplo en el cabello, que en la vena del oro se escogió refiriéndose a un cabello rubio o en hermosa cumbre para referirse a la cabeza. En estos últimos ejemplos se usa la metáfora para describir a la mujer, pero también usa Garcilaso metáforas que guardan relación con el tema: dulce fruto hablando del goce o dulce primavera refiriéndose a la juventud. Así pues, la metáfora, una de las figuras literarias más sugerentes, está muy presente en este poema. La adjetivación es otro de los elementos propios de la lengua que usa Garcilaso, sobre todo en lo que hace referencia a la descripción de la dama (mirar ardiente, honesto; hermoso cuello blanco, enhiesto; vuelo presto…). En el último terceto encontramos un hipérbaton (marchitará la rosa el tiempo helado, todo lo mudará la edad ligera), suave y sutil como es propio del Renacimiento. Por último, cabe destacar la evidente anáfora que utiliza Garcilaso, que es ese en tanto que, que es utilizado por el autor para insistir en la idea del paso del tiempo.

Ante el avanzar de la vida, el autor adopta una actitud vitalista característica del Renacimiento, animando al disfrute de la juventud antes de que desaparezca la belleza. Este soneto constituye uno de los máximos exponentes literarios del Renacimiento y resalta por la clara encarnación del tópico rescatado del mundo clásico “Carpe Diem”.